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Del diálogo a la construcción de ideas 12/Dic/2017

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Sobran los motivos, por: Jordy R. Abraham.

jordyAbraham@gmail.com / @JordyAbraham 

El reconocido autor Dale Carnegie solía mencionar en sus publicaciones: “la única manera de salir ganando en una discusión, es evitándola”. Cuando se genera un punto de conflicto entre dos o más individuos, las pasiones argumentativas pueden exacerbarse hasta el límite del respeto y la tolerancia. Cada persona posee una opinión personal sobre un determinado tema, la cual se basa en su experiencia y conocimientos propios. Al abordarse un tema polémico, con frecuencia se originan disputas en las que las diversas ideas chocan entre sí, dejándose a un lado el raciocinio y dando lugar a la efervescencia de los postulados emocionales.

El diálogo es una de las herramientas más útiles para aportar posibles soluciones a problemas comunes. La suma de distintas voces suele ser muy enriquecedora cuando la conversación se lleva de manera adecuada. A este ejercicio se le conoce como diálogo y es el pilar de la sana convivencia entre pares. Este concepto trascendental no podría entenderse sin las figuras de la cordialidad, la empatía y la prudencia. La función crucial del diálogo es fomentar acuerdos mediante el uso de la inteligencia, minimizando las diferencias y hallando puntos de concordancia.

La diplomacia es la disciplina que se encarga de efectuar el diálogo para la resolución de conflictos complejos entre diversos liderazgos. Aquí se hace presente la negociación, que es necesaria, pero siempre con arreglo a la honorabilidad y la integridad de los valores. El engaño debe ser erradicado de cualquier oportunidad que tenga por objeto dar pie a acuerdos diplomáticos. La astucia no se mide por la cualidad de engañar, sino por la creatividad para plantear soluciones idóneas que beneficien a todas las partes involucradas.

Las palabras son poderosas y es responsabilidad de cada ser humano, el emplearlas de manera correcta. Un dicho afirma que somos dueños de nuestro silencio y esclavos de aquello que pronunciamos. Un elogio sincero puede prevalecer en la memoria para toda la vida, mientras que una injuria dirigida puede ocasionar el más intenso de los resentimientos, también de modo permanente.

La asertividad es una característica de los líderes. La diplomacia consiste en saber qué decir, cuándo decirlo y cómo decirlo. Si desarrollamos la habilidad requerida para escoger sabiamente las palabras que usamos, será más sencillo establecer relaciones interpersonales positivas. Construyamos diálogos que permitan abonar razonamientos para trabajar por causas justas. Evitemos ocasionar animadversión con terceros por aferrarnos a posturas personales. No seamos víctimas de la necedad por sucumbir ante la vanidad. El pensamiento crítico y el intercambio de ideas son capaces de transformar sociedades, pero hace falta de mujeres y hombres que se decidan a emprender esta tarea.