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¿Estamos listos para consolidar un proyecto de nación? 17/Nov/2017

Enrique Vidales Ripoll
Correo: chanboox@gmail.com
@chanboox
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ENRIQUEciendo la noticia, por:  Por Enrique Vidales Ripoll.

@chanboox

De acuerdo a lo que dicen algunas teorías políticas, el crecimiento y desarrollo de un país depende del proyecto de nación. Con esto debemos entender a la integración de la realidad, con todas sus ventajas y desventajas, con la visión de hacia donde debemos ir, aprovechando de forma óptima los recursos para la construcción de la nación.

Por lo cual valdría la pena preguntarnos ¿hay en México un proyecto de nación viable y pertinente?

Por más de 70 años, después del caos de la época revolucionaria, el sistema político tuvo que cerrarse para propiciar las condiciones que dieran sustentabilidad a la paz, a la armonía social y consolidación de las instituciones.

Basta revisar la historia de México para darnos cuenta de lo difícil que resulta crear condiciones para la estabilidad política y social que permita el crecimiento y desarrollo. Después de consolidar la independencia la polémica entre los grupos políticos se centraba en qué tipo de gobierno debería sustentarse la organización política del país. Tuvo que consolidarse la dictadura de Porfirio Diaz para sentar bases del mayor crecimiento industrial, aunque también, significó un retroceso en los derechos civiles y políticos.

La revolución social mexicana vino nuevamente a confrontar al país. La unidad nunca existió entre los revolucionarios. Cada uno tenía propios intereses y una agenda de temas específicos. Esto causó mucha división en el rumbo de la revolución que ni el constitucionalismo pudo aplacar.

Como si fuese un ciclo repetitivo, la creación de un partido de estado que pudiera aglutinar a los diferentes sectores revolucionarios para que desde una vía legal e institucional se canalizaran y satisficieran las necesidades e intereses grupales, políticos y sociales. En contraposición a estos grupos sociales se antepusieron los académicos que representaron valores conservadores y tradicionales del pensamiento político.

Hoy en día hay una multiplicidad de oferta política por diversos partidos. Pero en esencia, podemos englobar a todos en dos sistemas políticos: los liberales o progresivos y los conservadores o tradicionales.

La pugna política sigue estando polarizada y, ahora por la diversidad de alternativas, segmentada. Ese es el principal peligro de la democracia. Lo dice uno de los principales teóricos contemporáneos, el italiano Noberto Bobbio, cuando afirma “el exceso de democracia es malo”.

Hace cinco años el presidente Enrique Peña Nieto logró la presidencia en una proporción de 1 de 3 de la votación total. Hoy en día hay posibilidad de que la elección terminé ganando un candidato con solo un cuarto de la elección. Lo que conllevaría como consecuencia directa un rechazo como opción de alrededor del 75 por ciento de los electores.

¿Se podrá tener condiciones para la gobernabilidad con este raquítico respaldo electoral?

El problema se recrudece con las candidaturas independientes que parecen ser más el refugio de quienes al no encontrar respaldo en sus partidos políticos, mejor renuncian y optan por esta vía. Parece que se está poniendo en práctica en su máxima expresión el dicho “divide y vencerás”… pero ¿a quién le conviene vencer en estas condiciones?

México no ha podido concretar un proyecto de nación. Por el contrario, la fragmentación de la oferta político separa las propuestas, que por un diálogo interrumpido no se logra llegar al consenso y mucho menos en la coincidencia.

Así que siendo realistas nos dirigimos a un proceso electoral más, con la intensidad política propio de los tiempos, sin que al final del camino tengamos la claridad hacia dónde vamos, independientemente de quién resulte ganador.