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Estar y hacer 12/Ene/2018

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Sobran los motivos, por: Jordy R. Abraham.

JordyAbraham@gmail.com / @JordyAbraham

En años recientes se ha hablado mucho de la importancia de la imagen como elemento clave para alcanzar objetivos trazados. Se ha popularizado la frase “como te ven, te tratan” y ha habido cambios paradigmáticos que atienden más a cuestiones de vanidad que de fondo.

Si bien la imagen física es sumamente relevante para efectos de los procesos comunicativos, considero que el primer error sería creer que una buena imagen se limita únicamente a vestirse bien o ser atractivo. Sumado a este falso concepto, podemos observar como las tendencias de moda, en ocasiones, son perjudiciales para quienes las siguen sin mayor reflexión.

Cuando nos preocupamos únicamente por las apariencias superficiales, se corre el riesgo incluso de construir una percepción en torno a mentiras o engaños. Esta obsesión por lo estético, en general, no aporta positivamente a la sociedad. Sobre todo, se generan modelos a seguir que no transmiten mensajes sustanciales ni fungen como líderes propositivos para el bien común.

La imagen de cada uno se ubica justamente en la conciencia de las personas con las que interactuamos o nos conocen. Así, la imagen es subjetiva y debemos comprender esto, para aprender a manejarla correctamente. Cuando la percepción se prolonga en el tiempo se convierte en reputación. Por tanto, debemos ser responsables en consecuencia y no minimizar el poder de la imagen pública.

Desde mi punto de vista, la esencia es lo primordial. Los principios, los valores y las cualidades con las que contamos, nos hacen seres auténticos. A partir de ello, es indispensable trabajar en las áreas de oportunidad para ser cada vez mejores, al tiempo que maximizamos las fortalezas propias. La clave es ser congruentes entre nuestra forma de ser, pensar y actuar.

El resultado es ser percibidos como transparentes ante el imaginario de quienes nos rodean. La armonía hallada en el discurso y en la conducta de un individuo, produce credibilidad. Es necesario ser agentes de valor, y también ser percibidos como tal. Esto se logra con el paso del tiempo y el apoyo de la perseverancia. No es necesario hacer alarde de las obras que se realicen. La consistencia es fundamental.

Si parecemos, pero no somos, caemos en la hipocresía y hasta en el engaño. Si somos, pero no parecemos, no tendremos el impacto requerido para ser líderes que dejen huella en el tejido social. Estar y hacer, la determinación nos traerá el éxito en cualquier proyecto que nos atrevamos a emprender.