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Gracias... 26/Abr/2021

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Lo sabían desde hacía un mes. Les dolía un poco más cada día, cada hora. Fueron los minutos más duros, más tristes, horrendos, desgarradores, lacerantes. Finalmente todo dejó de ser, de importar.. y sucedió. Alma falleció, víctima de la cruel leucemia infantil.

Las lágrimas sabían a pena, a rabia.

La doctora Constanza apretaba sus manos con el mismo afecto con el que pronunciaba sus palabras. Ella misma lloraba. Creían en Dios, pero aún así la amargura era inmensa, intensa, brutal. Ellos eran fuertes, pero les temblaban las pestañas, el aire, el corazón.

La mamá de Leo bajó a la capilla...

Leo mejoraba, afortunadamente. Grave pero mejor.. Qué linda era la doctora Constanza. Igual que el resto de los profesionales sanitarios. Siempre era luz, paz, consuelo. La mamá de Leo la imaginó feliz tras el trabajo, libre, joven.

La doctora Constanza era libre y joven, y siempre intentaba ser feliz. Era lectora, era morena, era amante de la tauromaquia, tocaba el piano, era esposa y era hija, jugaba al tenis, comía helado de avellana. Bebía vino, era culta. Era cariñosa...

Su hijo, también era madre, también luchaba contra un cáncer...

Pablo terminó la historia y la leyó a su madre. A Belén le gustó. Pretendía hacer un homenaje, con aquel cuento escolar, a los trabajadores de la sanidad. Y recordar que son personas, con vida, problemas, a veces con finales que no son felices..

..a veces ni siquiera son finales..

Dedicado a cada profesional de la sanidad
Se me ocurrió esta mañana al acompañar a mi madre a una operación pequeña
A Belén
A Pablo
A mi querido Luis
Al toreo
A cada persona, especialmente a cada niño, que conoce tan de cerca enfermedades crueles
A los niños: día del niño
A los lectores