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La suerte sobra cuando el trabajo se impone 08/Dic/2017

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Por: Jordy R. Abraham
JordyAbraham@gmail.com / @JordyAbraham

Cuando vemos el ejemplo de una persona exitosa es común que se mencione lo afortunado o afortunada que esta es. Como si aquello obtenido no hubiera sido producto de trabajo, esfuerzo y sacrificio. Resulta más fácil remitirnos a un aspecto intangible como la suerte. Sugiere el mito, quienes tienen buena suerte, serán exitosos por consecuencia; quienes tengan mala fortuna, están destinados a fracasar irremediablemente.
No obstante, el fenómeno de la causa y el efecto funge como un orden universal que es comprobable en cada aspecto de la vida. Coloquialmente se asegura que cada quien cosecha lo que siembra, y esta afirmación se traduce en una gran verdad. Hablamos de una regla general, con muy pocas excepciones.
El cineasta Woody Allen alguna vez dijo: “Incluso quienes creen firmemente en el destino, voltean a ver antes de cruzar la calle”. Aquello a lo que se denomina suerte, no es más que un cúmulo de circunstancias que nos rodean. En ocasiones, estos factores pueden convertirse en oportunidades u obstáculos a vencer. El panorama puede cambiar de un momento a otro y generalmente así ocurre. Esto es inevitable y la adaptación es elemental.
Ahora bien, la inteligencia no es más que la capacidad para hacer frente a los problemas de la vida. De este modo, la clave radica en estar preparado para vencer las afrentas cuando las circunstancias son adversas. Más importante todavía es el desarrollo de las habilidades requeridas para saber abordar las oportunidades cuando estas aparecen en el camino.
Hay puertas que solo se nos abren una sola vez, pero no siempre es sencillo decidirse a emprender algo nuevo. La incertidumbre puede producir frustración y evitar la acción. El filósofo danés, Soren Kierkegaard, llamaba a esto “temor y temblor”, el cual se experimenta ante la oportunidad de dar un salto hacia lo desconocido. Muchas veces, así se nos presentan los proyectos trascendentales.
Es necesario tener el valor para luchar por nuestras metas y ser constantes hasta alcanzarlas. No le dejemos a la suerte lo que podemos construir por medio del trabajo y la dedicación a título personal. El cúmulo de factores externos se asemeja metafóricamente a la corriente del mar y las olas. Por supuesto se trata de una fuerza poderosa, pero cada individuo cuenta con un remo que debe emplear para ir hacia el puerto final, por el camino trazado.
La voluntad es el primer paso y es sumamente importante, pero la preparación será la diferencia entre el éxito y el fracaso. Debemos empeñarnos en forjar el carácter y esmerarnos en adquirir nuevos conocimientos, así como mayor experiencia, día con día.
El ilustre patriota estadunidense, Thomas Jefferson, aseguró: “Creo en la suerte y he constatado que, cuanto más duro trabajo, más suerte tengo”. Creemos un futuro prometedor de la mano de la formación, el talento y las aptitudes.