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Lo de Meade 14/Jul/2017

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Por Uuc-kib Espadas Ancona

No es realmente una novedad. Desde hace meses, opiniones aquí y allá, se mencionaba a José Antonio Meade como opción del PRI para la candidatura presidencial. Sin embargo, en los últimos meses esas voces van en aumento. Destacan su profesionalismo -es graduado del ITAM y, como Zedillo, de Yale; su juventud; y sus virtudes camaleónicas, que permiten verlo como priísta o panista, según se prefiera.
  Me sorprende que a estas alturas del fracaso neoliberal se siga considerando el tener posgrados de universidades famosas de EE.UU. como garantía de capacidad política o económica. Miguel De La Madrid, Salinas, Zedillo y Calderón pasaron por Harvard o Yale. Fox curso una maestría “con maestros de Harvard”. Es decir, salvo con Peña, que no ha llegado por allá, desde 1982 los mexicanos hemos tenido muestras no tanto de la inutilidad, sino de lo contraproducente que las enseñanzas de esas instituciones resultan en manos de los presidentes mexicanos. Es justamente con esos gobiernos que la pobreza detonó y la desigualdad se profundizó. Y entonces ya no sé que me preocupa más, si que los autores del desastre económico tengan total incapacidad de evaluar su obra, o que todavía el público en general comparta la superstición de los doctorados en economía.
  El asunto de la juventud, para empezar, es falso. Pepetoño, como gustan llamarle quienes se quieren sentir cerca de él, cumpliría los 50 años en los primeros días de su imaginario gobierno. Ya me gustaría a mí que con medio siglo uno siguiera siendo joven, pero la realidad es otra. El que sí era joven, por cierto, era Salinas -que a esa edad ya tenía cuatro años de ex-presidente- y así nos salió. Sin abundar en el debate, sólo digo que yo a los médicos y a los políticos los prefiero canosos o con presbicia.
  Al actual secretario, su condición de doble diestro -tiene dos manos derechas- lo hace propicio para esas alas del PRI y del PAN y, como a otros en el pasado, le ha permitido mantenerse en el manejo económico del país transitando por los gobiernos de ambos partidos. Es decir, Meade comparte la responsabilidad de los problemas económicos que este país ha venido arrastrando en los últimos dos sexenios, destacadamente, la exclusión casi total del mercado de no menos de veinte millones de consumidores, hoy en la miseria.
  Que Meade podría realizar una excelente tarea en mantener el actual rumbo económico me parece su principal lastre. Este país necesita urgentemente un cambio de régimen político y de modelo económico, tal que permita construir una democracia estable y de calidad, al tiempo que garantiza mínimas condiciones de vida digna a la población en su conjunto. Se necesita un político de otro tipo.