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Primavera en el muro 09/Jun/2017

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Por Francisco Solís Peón

Desde niño amo la primavera, el mes de abril, la fragancia de las flores que se abrían en los amplios jardines de las casonas de la colonia México en mi natal Mérida, el canto de los pájaros enamorados y por supuesto, los libros descubiertos en la magna biblioteca de mi bisabuela mismos que devoraba en las vacaciones de semana santa.
Pues bien, esa magia de mis últimos años infantiles y de mi primera adolescencia (llevo varias) la sentí el año pasado durante la FILEY (Feria Internacional del libro del Estado de Yucatán), por mucho el evento cultural más importante del Mayab.
En mi tierra los calores primaverales pueden llegar a ser muy severos aunque nunca como el verano, por eso procuro evitar las presentaciones editoriales del medio día, sin embargo el escuchar a los hermanos Taibo promover la lectura era una proposición que vencía cualquier estiaje.
La charla entre los escritores y el público, compuesto principalmente por jóvenes, fue por demás tan sabrosa como edificante, de ahí seguro salieron varios corazones que descubrieron un mundo más allá de la TV y los teléfonos celulares.
Al finalizar el evento y en la más pura tradición de las editoriales latinoamericanas, distintos títulos de los presentadores se vendían a la salida, llamó mi atención uno: “Desde mi muro” del conocido escritor y crítico sociocultural Benito Taibo; lo adquirí más por curiosidad que por otra cosa, también se puede hablar de un secreto compromiso con alguien a quien se admira.
Confieso que el libro pasó algunas semanas en mi buró, sin embargo un libro es como una mujer que espera ser besada: simplemente no pude resistir la tentación. Acto seguido me aposté en una de las viejas mecedoras de la casa familiar ubicado en un magnífico corredor donde a veces nos reunimos para “tomar el fresco” (1).
Para ser franco esperaba algo exótico, tal vez como un breve estudio sobre la creación literaria en las redes sociales o una visión transgeneracional sobre creadores artísticos en facebook o tal vez algo más acorde a la banalidad de los tiempos, en fin; pero el libro me atrapó desde un principio, con la atmósfera ideal, rodeado de un cielo color atardecer amarillo anaranjado (como los buenos chiles habaneros), me reencontré con Sandokán y su eterna lucha contra la tribu de los Tugs((2), con el corsario negro y su perene melancolía ¡La magia había regresado! ¡Coño!
Dejemos que el propio autor lo explique:
“Estoy en Facebook con mi nombre verdadero; me parece una herramienta expedita para hacer pronunciamientos de cualquier tipo y que llegan a las personas indicadas en el momento adecuado”.
Y he aquí la primera frase genial:
“Vivimos en tiempos solitarios, seres ensimismados en sus trabajos y en esa magra cotidianidad que todo lo chupa y todo lo corrompe, incluyendo las alegrías, como si de un hoyo negro estelar se tratara”.
Poco a poco, como los flamboyanes que caen sobre una alfombra de pétalos de “lluvia de oro”(3), las historias nos llevan a través de la personalidad íntimamente jocosa del autor: Las anécdotas familiares encabezadas por Imelda su compañera de vida, por su madre “La Jefa”, por su padre “El Jefe”, su hermano el cineasta; su amor por la iteratura en general, los libros, el lenguaje, la intemporalidad de la imaginación; las peculiaridades del folclor mexicano rasposo y chilango por extensión.
Uno de los minicapítulos llamado “Poetas que nos tocan” movió en mí sentimientos largamente olvidados, cuando la vida era lo suficientemente bella como para desperdiciarla en la poesía ya fuera por un amor, por la patria o por la poesía misma.
Ya entrado en evocaciones, recordé cuando le dí la mano a Mario Benedetti (uno de los poetas que me tocan”) después de la presentación de su libro que paradójicamente se titula “Primavera con una esquina rota”. Por cierto que durante el evento se armó tremendo zafarrancho, a veces extraño los días en que había rojos color sangre contra blancos color autoritarismo.
El libro es tan bueno, que cada noche le leo a mi ahijada Sofía uno o dos microhistorias feisbookeras, lo cual genera preguntas como ¿Dónde queda la colonia Condesa? ¿Quién es ese tal “Borgos” que odia el fúbol? ¿Qué es un anarquista? Y la más importante de todas ¿Padrino, cuándo me invitas a comer fabada?
¡Bendita sea la literatura en primavera!

(1) Frase coloquial que significa sacar mecedoras al portal y así disfrutar de la brisa del norte.
(2) Conjunto de tribus asiáticas especialmente feroces, equivalentes a los caribes en nuestro continente.
(3) Laburnum anagyroides, llegó a Yucatán proveniente de Cuba y aproximadamente cuatro meses al año se carga de flores con una tonalidad amarillo brillante.